Tanto me gustó la experiencia del primer taller de fofuchas, que sin pensármelo me apunté al segundo. En este taller teníamos que hacer un granjero y una florista. Todas empezamos por el granjero, que a primera vista tenía más trabajo, ya que había que hacer el efecto desgastado de los pantalones y utilizar una servilleta para la camisa.
Después de tres clases el granjero estaba listo, con su peto vaquero desgastado, su camisa de cuadros y sus botas de cordones.
¿Y qué me decís de los complementos? ¡El sombrero de paja y el rastrillo fueron todo un acierto!
En mi caso descarté a la florista porque no terminaba de convencerme, pero busqué una alternativa para ocupar las dos clases que nos quedaban.
Después de tres clases el granjero estaba listo, con su peto vaquero desgastado, su camisa de cuadros y sus botas de cordones.
¿Y qué me decís de los complementos? ¡El sombrero de paja y el rastrillo fueron todo un acierto!
En mi caso descarté a la florista porque no terminaba de convencerme, pero busqué una alternativa para ocupar las dos clases que nos quedaban.
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